El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. —Juan 10:10 ¿Quién fue el hombre más grande de la historia? La respuesta es Jesucristo. Él fue el más grande maestro, el más grande predicador, y también es el más grande ejemplo a seguir. Además de esto, Jesús fue el mejor amigo, el mejor sanador y obrador de milagros y el mejor profeta. Pero todo esto no abarca la plenitud de su labor ni define la razón de su venida. Jesucristo es el mejor buen ejemplo pero nadie puede afirmar que hace todo lo que él hizo, ni tan perfectamente como lo hizo él. Por otra parte, la Biblia enseña que Cristo es Dios, el Hijo, y que asumió naturaleza humana para ser nuestro sustituto: de manera que obedeció perfectamente la ley moral de Dios en lugar nuestro y fue a la cruz para sufrir el castigo que merecemos por ser pecadores. Cristo fue el sustituto de cada ser humano y sin embargo muchos rechazan lo que él hizo, y por eso no se benefician de la obra salvadora de Cristo. El propósito de la primera venida de Cristo tiene un aspecto más que no es de poca importancia. Ese propósito es revelado por él mismo en el texto que hoy meditamos. Jesucristo vino para impartir a la humanidad perdida el don gratuito de la vida eterna. La vida eterna no es eterna únicamente en relación a su duración, es eterna en cuanto a calidad. La vida eterna no solo soporta la santidad de Dios (la vida humana natural, tal como la conocemos hoy sería destruida al ser expuesta ante el resplandor de la gloria y santidad divinas) también es alimentada por la vida de Dios mismo y por tanto la presencia de Dios le es saludable. La vida eterna es naturalmente gozosa en sí misma, es una vida dichosa y la presencia divina le es grata. La santidad es el medioambiente propicio en el que la vida eterna encuentra su hábitat. Jesucristo vino con el expreso propósito de darnos vida eterna en abundancia. Él ha determinado al evangelio como el medio de impartir vida eterna. Por esto ha encomendado a la iglesia la comisión de llevar el evangelio al planeta entero. En gratitud al amor de Cristo, manifestado definitivamente cuando fue nuestro sustituto, vamos a querer apreciar la vida eterna y llevar el evangelio primero a nuestro entorno inmediato pero también a toda criatura (Romanos 14:17; 6:22). Oración: Concédeme, Señor, ser miembro de una congregación bíblica en la que se distinga claramente la ley y el evangelio y que por el poder de tu evangelio me afirme en la verdadera fe para la vida eterna. Amén.

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