El cielo por delante

27/10/2025 2 min
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Síntesis del Episodio

27 de octubreEl cielo por delanteSarah Habben Antigua cuenta con 365 playas, una para cada día del año. Discrepo de las matemáticas, pero tengo una playa favorita. Se llama Seaforth. Imagínese un kilómetro y medio casi desértico de arena blanca y curvada, rodeado de montañas verdes y agua de un turquesa cada vez más intenso. Es un trozo de paraíso. Pero hay un problema. Esta playa está escondida al final de una carretera peligrosamente rocosa. Nuestra furgoneta iba dando tumbos por esa carretera como un caballo desbravado, tocando fondo contra las rocas. Justo cuando nuestros nervios no aguantaban ni un segundo más, ahí estaba el océano. El Cielo espera a los que confían en Jesús. Él es el único camino. Pero hay un problema. El camino al cielo es estrecho y áspero. Los cristianos no lo tenemos fácil sólo porque confiamos en el Rey de reyes. De hecho, Jesús dice a sus seguidores que esperen que el camino sea muy duro.«Bienaventurados serán ustedes cuando por mi causa los insulten y persigan, y mientan y digan contra ustedes toda clase de mal. Gócense y alégrense, porque en los cielos ya tienen ustedes un gran galardón»(Mateo 5:11,12).Pregunten a los cristianos de todo el mundo cuyas vidas y vocaciones tocan fondo por confesar a Cristo. Pregunte a los estudiantes universitarios que son degradados por su fe y tachados de odiosos e intolerantes. Pregunte a los que son ridiculizados por sus familiares por necesitar una «muleta» como la religión. Pero pregúntale a Jesús. Él mira tus arañazos y abolladuras emocionales y te llama bienaventurado. Cuando la vida se pone dura, te dice: «Alégrate». Al final del camino hay una gran recompensa.  Oración Señor, tu palabra nos enseña que el camino hacia ti es estrecho y que son pocos los que van por ahí. Pero también nos dice que ese es el único camino, que no hay otro. Te suplico que me guardes de apartarme de Cristo, el camino. Afírmame en la verdadera fe para la vida eterna de tal manera que al sobrevenir la prueba no sea alcanzado por la incredulidad, por Jesucristo, tu Hijo. Amén.