Jesús les dijo:«Son muchos los que necesitan entrar en el reino de Dios, pero son muy pocos los que hay para anunciar las buenas noticias. Por eso, pídanle a Dios que envíe más seguidores míos, para que compartan las buenas noticias con toda esa gente». —Lucas 10:3, Traducción en lenguaje actual (TLA) Poco antes de su partida el Señor Jesucristo anunció su segunda venida. Unos años más tarde reveló el Apocalipsis mediante su apóstol Juan y allí dijo que su venida estaba cerca. Han pasado cerca de dos mil años y seguimos esperando ¿Por qué retarda su venida? Desde nuestra perspectiva dos mil años es mucho tiempo. Pero para Dios no lo es. Por esto el apóstol Pedro responde la pregunta de esta manera: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.» (2 Pedro 3:9 RV95). Esto no significa que Cristo esperará hasta que toda la humanidad se convierta. Pero sí significa que no retornará hasta que el número señalado de creyentes sea completado. ¿A cuántas personas asciende ese número? El apóstol Juan en el Apocalipsis escuchó que las almas de los cristianos mártires preguntaron hasta cuándo esperaría el Señor antes de apresurar el fin del mundo y por respuesta se les dijo que sería hasta que el número de creyentes sea completado. En un principio oyó que el número de los siervos de Dios era de 144 000 sellados pero inmediatamente vio «una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos, y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos». (Ap 6:9-11; 7:1-9). Sí, Juan vio a los hijos de Abraham. Esa descendencia innumerable que Dios prometió a Abraham, los hijos de la fe. Puesto que Dios tiene el propósito de salvar a una gran muchedumbre de personas procedentes de todo lugar en el mundo y de toda época de la historia es necesario tener presente que la cosecha es mucha y que si no ha terminado todavía es a causa de que faltan obreros. Por esto Cristo instruye a sus siervos que oren para que el Dueño de la cosecha envíe más obreros. ¿Quién dirá envíame a mí? En gratitud por la salvación gratuita vamos a querer orar así: Oración: Señor, envía tu luz y tu verdad hasta los fines de la tierra. Levanta, misioneros, evangelistas, pastores, maestros y obreros fieles que prediquen y enseñen el Evangelio en nuestro país y en todas las naciones; y guíalos, protégelos y prospéralos en todos sus trabajos. Amén.

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