Escuchar "Redes (355) - Los robots también se emocionan (Ciencia, divulgación)"
Síntesis del Episodio
Robots que obtiene su energía de las moscas que comen o que se guían en la oscuridad gracias a unos bigotes como los de las ratas. Estos son algunos de los proyectos que se están desarrollando en el Intelligent Autonomous Systems Laboratory de Bristol. Su director, Chris Melhuish nos presentará algunos de ellos y veremos como combinando la robótica con la biología, la neurociencia y el comportamiento animal los investigadores aplican soluciones innovadoras para construir robots que puedan tomar decisiones sin la supervisión humana.
El reto actual de la robótica es conseguir que los robots actúen, sientan y parezcan humanos. Los robots están saliendo de las fábricas, las industrias y los laboratorios para entrar en nuestras casas y en nuestro ocio. Dotarlos de suficiente autonomía es básico para que empiecen a desempeñar papeles más importantes en nuestra sociedad.
Pero para llegar a este grado de autonomía es necesario que los robots desarrollen emociones. Según Dylan Evans, miembro del equipo de investigadores del centro de Bristol, las emociones ayudan al ser humano y al resto de animales a tomar decisiones complejas con mucha rapidez, así que para dotar a los robots de tanta capacidad de adaptación e inteligencia como los humanos deberíamos darles emociones artificiales.
De esta forma, en un futuro no muy lejano no será raro encontrar un robot que se sonroje y se ría como nosotros y que además pueda realizar trabajos que a nosotros no nos gustan o para las que no estamos capacitados como sumergirse a miles de metros bajo el nivel del mar o trabajar en sitios insalubres o peligrosos.
El reto actual de la robótica es conseguir que los robots actúen, sientan y parezcan humanos. Los robots están saliendo de las fábricas, las industrias y los laboratorios para entrar en nuestras casas y en nuestro ocio. Dotarlos de suficiente autonomía es básico para que empiecen a desempeñar papeles más importantes en nuestra sociedad.
Pero para llegar a este grado de autonomía es necesario que los robots desarrollen emociones. Según Dylan Evans, miembro del equipo de investigadores del centro de Bristol, las emociones ayudan al ser humano y al resto de animales a tomar decisiones complejas con mucha rapidez, así que para dotar a los robots de tanta capacidad de adaptación e inteligencia como los humanos deberíamos darles emociones artificiales.
De esta forma, en un futuro no muy lejano no será raro encontrar un robot que se sonroje y se ría como nosotros y que además pueda realizar trabajos que a nosotros no nos gustan o para las que no estamos capacitados como sumergirse a miles de metros bajo el nivel del mar o trabajar en sitios insalubres o peligrosos.
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