Tener una pasión no es más que la excusa para vivir con pasión esa actividad o momento.
Ahora bien, ¿qué pasa si no tenemos pasiones? ¿si aunque lo buscamos no encontramos nada que nos apasione? ¿Tenemos que vivir desapasionadamente hasta que lo encontremos?
La respuesta es ¡NO!

Si nos fijamos en las personas que hacen lo que les apasiona, que viven sus pasiones, ya sea de forma profesional o como hobby, observamos lo siguiente:

1. Dan todo lo mejor de sí mismos a esa actividad o en ese momento
2. Dan un sentido a la actividad o momento que lo convierte en especial o importante para ellos
3. Dan importancia a la actividad o al momento.


Y es que lo importante no es la actividad sino lo que ponemos en ella.

Si ponemos todo nuestro corazón, aunque no sea exactamente lo que más me apetezca hacer, es lo que marcará la diferencia entre una vida normal y una vida apasionada, repleta de pasiones.

A continuación te propongo tres pasiones o formas de vivir apasionadamente que espero que consideres y, sobre todo, que las alimentes:

Primera Pasión: Vivir a tope y disfrutar más del momento en el que estés.

Observa el momento en el que estás, aprécialo, es único. Y puedes estar seguro de que no volverá. Está en ti vivirlo conscientemente, no juzgarlo. Abrazarlo tal y como es.

Segunda Pasión: Crecer como persona

Cada momento, cada actividad, es una oportunidad para elegir si quiero vivirla desde la calma, la confianza, la curiosidad, la bondad, el miedo, la frustración,… y aquello que elijo, es también aquello en lo que me convierto.

Tercera Pasión: Ser más uno mismo

No hay nada más satisfactorio que darse a uno miso el permiso de ser… eso, ¡uno mismo! Ve descubriéndote


Hagas lo que hagas ponle tu pasión, tu corazón, tus ganas. Esto transformará la actividad que estas realizando en algo mucho más especial.

Recuerda que eres luz así que sal ahí fuera y brilla.

Mónica

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