POLÍTICA DE POLÍTICOS/POLÍTICOS DE POLÍTICA - TOMO-II-Capítulo-IX-'ordeñando las 24 horas'-de J. Híades

04/12/2016 1h 27min
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Síntesis del Episodio

El valor de la libertad correcta va dado de la mano de la propia compasión. Los principios de comprensión y respeto que aprendamos a desarrollar hacia uno mismo, son los mismos que deberemos, en su momento, aprender a aplicar hacia el resto. Compasión y libertad es sinónimo de comprensión y respeto hacia uno mismo y consecuentemente hacia todo lo demás. La puesta en marcha de esos principios y su consecuente maestría, es lo que nos facilitará el proceso de crecimiento. Comprendiéndolo y asumiéndolo, pensemos que bien poco, sobre bases correctas o no prejuiciosas, nos puede aportar el mercadeo impuesto tan mentirosa y habilidosamente; ni tampoco, las muchedumbres crecientes de élites que se sustentan de semejante sucio negocio del mercadeo.
Cuando la clase empresarial privada era muy débil, la clase agrícola y de campesinado, era lo más extendido en cada continente; ahí no se hablaba de ricos ni pobres, solo se tenía en cuenta que cada zona era autosuficiente en cada una de sus necesidades; vivían en armonía y respeto con el conjunto de naturalezas que los rodeaban y naturalmente, de respecto y apoyo mutuo, cuando así se requería, entre ellos mismos. Es decir, por propia inercia natural de la vida, se tenía asumido y desarrollado un sistema, no solo de autosuficiencia, como bien vemos, sino sobre todo, existía un verdadero equilibrio, gracias a la acción de cooperatividad que no faltaba. Así que rompiendo el comienzo del siglo XX, empiezan a surgir unas grandes fortunas, burguesía y élites capitalistas, todo ello, de muy dudosa procedencia; se da comienzo a la carrera de nuevas costumbres, como es la acaparación de tierra por unos cuantos; el relanzamiento de la conocida era industrial y el consecuente destrozo, de valores y de autosuficiencias personales, y así un largo etcétera, hasta nuestro presente; donde se intenta abrir conciencia y darnos cuenta de estas realidades, para mover al conjunto de las masas de nuestra gentes a su vuelta a la labor de la tierra y el recomienzo de recuperar la autosuficiencia, rechazando tanto inútil y prejuicioso adelanto; y por otro lado, a la par, volver a aprender a convivir desde esos valores humanos que nos permitían un avance generacional desde posturas, siempre, cooperativistas, no de competitividad y que tanto desequilibrio viene aportando; ya que todos caminamos hacia comunes metas, ¿qué competitividad puede o debe caber, si es que cada uno de nuestros caminos, van a desembocar hacia al mismo lugar de desarrollo?
Tanta sandez consentida, no propicia nada adecuado en ese desarrollo común al que todos nos debemos. ‘Sin burguesía no existe la democracia’, decían; incluso hoy, se mantiene otra de las grandes falacias, que lanzan unos cuantos para imponerlo al conjunto: ‘sin capitalismo, no es posible la democracia’; lo cierto es que mientras no nos deshagamos de las clases, sean bajas, medias y altas o de cualquier otra invención parecida, no podremos fluir en verdadera concordia; precisamente porque no estamos echando los ingredientes adecuados, para que lo que pretendamos, salga a la conveniencia y gusto de todos; la igualdad es una de ellas. Apoyar y fomentar la conocida clase media es un menosprecio al desarrollo común

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