Nos quedaba por compartir parte de la conversación que mantuvimos con Elisa de Población hace semanas. En realidad empezamos hablando de cuando se fue a servir a Bilbao, con los Matxinbarrena, siendo una chavala. Recuerda lo mucho que le gustaba aprender, que solo podían salir cada 15 días, el disgusto de llegar tarde del cine por no tener reloj. También lo generosa que fue su jefa cuando le prestó el dinero para comprarse su casa. Siempre pienso en todas esas casi niñas que salieron de los pueblos, de familias humildes, a las que les ponían cofia y guantes blancos para servir a las familias más adineradas de la ciudad. Por aquí también surgen algunos recuerdos de cuando los pueblos se fueron vaciando o del horror de la guerra. Siempre un placer volver a escuchar a Elisa.

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