Escuchar "Jesús de Nazaret el profeta Apocalíptico X LAURA PINTO"
Síntesis del Episodio
Jesús de Nazaret el profeta Apocalíptico
No sabemos mucho sobre cómo fue la existencia de Jesús.
Otros se centran en averiguar cuál fue su mensaje principal.
Algunos lo entienden como un violento revolucionario que buscó la liberación de Israel del yugo romano.
Y otros como la figura de un pacifista.
Un predicador de la paz, el amor y la compasión universal.
Albert Schweitzer fue un reconocido teólogo, médico, músico, filántropo y hasta filósofo.
Llegó a ganar el Premio Nobel de la Paz en 1952 gracias a su incansable trabajo humanitario en África.
Fue el pensador que finalmente encarriló la investigación histórica sobre la vida de Jesús.
Albert publicó ‘la búsqueda del Jesús histórico’ en 1906.
En su libro investigó los relatos históricos que ofrecieron autores racionalistas, los no-teológicos.
Aunque el propio autor fue crítico con estos análisis ya que intentaban hacer que su visión de Jesús encajase con un esquema ideológico preconcebido.
Finalmente, Albert advirtió que el mensaje original de Jesús fue una forma de mesianismo apocalíptico judío.
En esencia, la religión judía creía que Dios había escogido a Israel, de entre todas las naciones, para ser su pueblo elegido.
Y lo liberaría de su esclavitud en Egipto, entregándole la Torá y estableciéndolo en la Tierra Prometida.
Cuando la nación israelita perdió su soberanía a manos de potencias extranjeras, no sólo fue un problema político y social, sino una catástrofe teológica para ellos.
Así que esperaban que Dios actuase directamente o mediante algún intermediario para restablecer la soberanía de su pueblo.
Esta idea fue la dominante durante la época de ocupación romana en tiempos de Jesús.
Hubo varios alzamientos que trataron de devolverle a Israel su autonomía.
Como el movimiento de los Zelotes, la rebelión de Judas de Galiea o los seguidores del ‘Mesías’ Simón Bar Kojba.
Todos ellos iniciaron revueltas armadas contra Roma, convencidos de que Dios les otorgaría la victoria.
Por otro lado, había grupos como los Esenios y los seguidores del profeta Teudas ‘El Egipcio’.
También convencidos de que Dios restauraría la libertad en Israel pero no mediante las armas, sino con algún milagro.
Para ellos, Israel volvería a ser un reino perfecto, utópico y paradisíaco.
Un reino terrestre donde la injusticia, el sufrimiento y la desesperación desaparecerían.
Esta vertiente teológica aparece en varios textos compuestos en tiempos de Jesús.
Como el libro de Daniel, cuarto libro de Esdras, el Testamento de los Doce Patriarcas, el Libro de Enoc, El de los Jubileos o los famosos rollos del Mar Muerto.
El Rollo de la Guerra forma parte de los Rollos del Mar Muerto.
Escrito por los Esenios más o menos en tiempos de Jesús.
El rollo describe la apocalíptica batalla final entre los hijos de la luz contra los de las tinieblas.
Muchos de estos textos no acabaron formando parte de la Biblia aceptada.
Pero eran ideas muy arraigadas en la población judía de aquellos años.
El mundo había sido creado por un Dios bondadoso.
Pero la parte material estaba dominada por poderes demoniacos que manifestaban su poder a través de la enfermedad, la muerte y la opresión a Israel.
Y Dios revelaría su poder frente a las fuerzas de las tinieblas.
Pronto vendría un juicio cósmico donde los santos elegidos de Dios serían recompensados.
Y los perversos opresores, sufrirían el castigo.
Después del juicio daría comienzo una era de paz sobrenatural.
Con la soberanía de Israel restaurada y el pueblo judío purificado.
El mundo material se transformaría en un paraíso para el disfrute de los santos de Dios.
En definitiva, que los judíos apocalípticos creían en esta destrucción del orden presente y en el inicio de una Nueva Era.
Además, la creencia en la resurrección de los muertos era propia del judaísmo apocalíptico.
La existencia de poderes demoníacos, la resurrección de los muertos y la llegada de una Nueva Era son ideas que no están presentes en la Torá.
Y no fueron compartidas por todos los grupos judíos, sólo por una vertiente.
La idea de que tu alma individual vaya a un reino invisible allá arriba, después de tu muerte, no aparece en el Antiguo Testamento.
Sólo se adivina, marginalmente, en el Nuevo.
Los judíos mantenían viva la promesa hecha por Dios al rey David.
Donde les aseguró que siempre habría un descendiente suyo gobernando Israel.
Cuando Israel cayó en manos extranjeras, esperaron a ese Mesías o Cristo.
Cristo es una traducción griega de la palabra hebrea ‘mesías’.
Aquel enviado emergería como el legítimo soberano de Israel para llevarlo hacia su independencia.
El Mesías sería como una especie de heredero de David que liberaría a la nación Israelita.
Unos entendieron que Cristo sería un líder militar que derrotaría a las legiones extranjeras en la batalla.
Y otros lo interpretaron como la llegada de un líder religioso, similar a Moisés, que liberaría a Israel con la intervención sobrenatural de Dios.
Sin recurrir al poder de las armas.
Jesús vivió en aquel contexto histórico en donde se mezclaban las esperanzas religiosas, políticas y apocalípticas de Israel.
La escandalosa afirmación de Albert consistió en argumentar que el mensaje original de Jesús fue una variante de ese mensaje mesiánico-apocalíptico.
Incluso, el mensaje del cristianismo primitivo parte de esos mismos conceptos apocalípticos.
A Jesús lo crucificarán por autoproclamarse como ‘Rey de los Judíos’.
Resucitará, ascenderá el cielo y bajará para traer consigo una Nueva Era.
El mensaje parte de esa misma base: Dios actuará decisivamente en el mundo humano.
Le devolverá la soberanía a Israel, resucitará de entre los muertos, inaugurará una era libre de sufrimiento y de injusticia y liberará a los oprimidos.
De hecho, el carácter mesiánico y apocalíptico de esta parte de la prédica de Jesús fue lo que precipitó su muerte.
La crucificarían como ‘Rey de los Judíos’.
Juzgado como un disidente político.
Albert entiende que el mensaje original de los primeros cristianos fue el de que Israel estaba a punto de ser restaurado por la intervención de Dios.
Y Jesús sería su Cristo, es decir, su rey.
Tanto, que pasó a formar parte de su nombre: Jesucristo.
La idea de Jesucristo como un profeta judío apocalíptico choca con el enfoque que se le dio en la Ilustración.
Donde su mensaje pasó a ser el de que el ser humano podía construir una sociedad justa mediante reformas políticas, sociales y económicas.
Ese Jesús apocalíptico no esperaba reformar al mundo, esperaba su final y el renacer de un nuevo Israel y una nueva Jerusalén.
Muchos académicos reconocen la perspectiva de que fue un profeta anunciador del inminente final de los tiempos.
En síntesis, que según Albert: Jesús, al igual que algunos judíos de su tiempo, estaba convencido de que el Buen Padre intervendría para salvar a su pueblo.
Y esa salvación no sería puramente espiritual.
Traería consigo importantes dimensiones materiales: Israel sería políticamente restaurado, los oprimidos serían materialmente reivindicados y ciertos muertos se levantarían físicamente de sus tumbas.
No sabemos mucho sobre cómo fue la existencia de Jesús.
Otros se centran en averiguar cuál fue su mensaje principal.
Algunos lo entienden como un violento revolucionario que buscó la liberación de Israel del yugo romano.
Y otros como la figura de un pacifista.
Un predicador de la paz, el amor y la compasión universal.
Albert Schweitzer fue un reconocido teólogo, médico, músico, filántropo y hasta filósofo.
Llegó a ganar el Premio Nobel de la Paz en 1952 gracias a su incansable trabajo humanitario en África.
Fue el pensador que finalmente encarriló la investigación histórica sobre la vida de Jesús.
Albert publicó ‘la búsqueda del Jesús histórico’ en 1906.
En su libro investigó los relatos históricos que ofrecieron autores racionalistas, los no-teológicos.
Aunque el propio autor fue crítico con estos análisis ya que intentaban hacer que su visión de Jesús encajase con un esquema ideológico preconcebido.
Finalmente, Albert advirtió que el mensaje original de Jesús fue una forma de mesianismo apocalíptico judío.
En esencia, la religión judía creía que Dios había escogido a Israel, de entre todas las naciones, para ser su pueblo elegido.
Y lo liberaría de su esclavitud en Egipto, entregándole la Torá y estableciéndolo en la Tierra Prometida.
Cuando la nación israelita perdió su soberanía a manos de potencias extranjeras, no sólo fue un problema político y social, sino una catástrofe teológica para ellos.
Así que esperaban que Dios actuase directamente o mediante algún intermediario para restablecer la soberanía de su pueblo.
Esta idea fue la dominante durante la época de ocupación romana en tiempos de Jesús.
Hubo varios alzamientos que trataron de devolverle a Israel su autonomía.
Como el movimiento de los Zelotes, la rebelión de Judas de Galiea o los seguidores del ‘Mesías’ Simón Bar Kojba.
Todos ellos iniciaron revueltas armadas contra Roma, convencidos de que Dios les otorgaría la victoria.
Por otro lado, había grupos como los Esenios y los seguidores del profeta Teudas ‘El Egipcio’.
También convencidos de que Dios restauraría la libertad en Israel pero no mediante las armas, sino con algún milagro.
Para ellos, Israel volvería a ser un reino perfecto, utópico y paradisíaco.
Un reino terrestre donde la injusticia, el sufrimiento y la desesperación desaparecerían.
Esta vertiente teológica aparece en varios textos compuestos en tiempos de Jesús.
Como el libro de Daniel, cuarto libro de Esdras, el Testamento de los Doce Patriarcas, el Libro de Enoc, El de los Jubileos o los famosos rollos del Mar Muerto.
El Rollo de la Guerra forma parte de los Rollos del Mar Muerto.
Escrito por los Esenios más o menos en tiempos de Jesús.
El rollo describe la apocalíptica batalla final entre los hijos de la luz contra los de las tinieblas.
Muchos de estos textos no acabaron formando parte de la Biblia aceptada.
Pero eran ideas muy arraigadas en la población judía de aquellos años.
El mundo había sido creado por un Dios bondadoso.
Pero la parte material estaba dominada por poderes demoniacos que manifestaban su poder a través de la enfermedad, la muerte y la opresión a Israel.
Y Dios revelaría su poder frente a las fuerzas de las tinieblas.
Pronto vendría un juicio cósmico donde los santos elegidos de Dios serían recompensados.
Y los perversos opresores, sufrirían el castigo.
Después del juicio daría comienzo una era de paz sobrenatural.
Con la soberanía de Israel restaurada y el pueblo judío purificado.
El mundo material se transformaría en un paraíso para el disfrute de los santos de Dios.
En definitiva, que los judíos apocalípticos creían en esta destrucción del orden presente y en el inicio de una Nueva Era.
Además, la creencia en la resurrección de los muertos era propia del judaísmo apocalíptico.
La existencia de poderes demoníacos, la resurrección de los muertos y la llegada de una Nueva Era son ideas que no están presentes en la Torá.
Y no fueron compartidas por todos los grupos judíos, sólo por una vertiente.
La idea de que tu alma individual vaya a un reino invisible allá arriba, después de tu muerte, no aparece en el Antiguo Testamento.
Sólo se adivina, marginalmente, en el Nuevo.
Los judíos mantenían viva la promesa hecha por Dios al rey David.
Donde les aseguró que siempre habría un descendiente suyo gobernando Israel.
Cuando Israel cayó en manos extranjeras, esperaron a ese Mesías o Cristo.
Cristo es una traducción griega de la palabra hebrea ‘mesías’.
Aquel enviado emergería como el legítimo soberano de Israel para llevarlo hacia su independencia.
El Mesías sería como una especie de heredero de David que liberaría a la nación Israelita.
Unos entendieron que Cristo sería un líder militar que derrotaría a las legiones extranjeras en la batalla.
Y otros lo interpretaron como la llegada de un líder religioso, similar a Moisés, que liberaría a Israel con la intervención sobrenatural de Dios.
Sin recurrir al poder de las armas.
Jesús vivió en aquel contexto histórico en donde se mezclaban las esperanzas religiosas, políticas y apocalípticas de Israel.
La escandalosa afirmación de Albert consistió en argumentar que el mensaje original de Jesús fue una variante de ese mensaje mesiánico-apocalíptico.
Incluso, el mensaje del cristianismo primitivo parte de esos mismos conceptos apocalípticos.
A Jesús lo crucificarán por autoproclamarse como ‘Rey de los Judíos’.
Resucitará, ascenderá el cielo y bajará para traer consigo una Nueva Era.
El mensaje parte de esa misma base: Dios actuará decisivamente en el mundo humano.
Le devolverá la soberanía a Israel, resucitará de entre los muertos, inaugurará una era libre de sufrimiento y de injusticia y liberará a los oprimidos.
De hecho, el carácter mesiánico y apocalíptico de esta parte de la prédica de Jesús fue lo que precipitó su muerte.
La crucificarían como ‘Rey de los Judíos’.
Juzgado como un disidente político.
Albert entiende que el mensaje original de los primeros cristianos fue el de que Israel estaba a punto de ser restaurado por la intervención de Dios.
Y Jesús sería su Cristo, es decir, su rey.
Tanto, que pasó a formar parte de su nombre: Jesucristo.
La idea de Jesucristo como un profeta judío apocalíptico choca con el enfoque que se le dio en la Ilustración.
Donde su mensaje pasó a ser el de que el ser humano podía construir una sociedad justa mediante reformas políticas, sociales y económicas.
Ese Jesús apocalíptico no esperaba reformar al mundo, esperaba su final y el renacer de un nuevo Israel y una nueva Jerusalén.
Muchos académicos reconocen la perspectiva de que fue un profeta anunciador del inminente final de los tiempos.
En síntesis, que según Albert: Jesús, al igual que algunos judíos de su tiempo, estaba convencido de que el Buen Padre intervendría para salvar a su pueblo.
Y esa salvación no sería puramente espiritual.
Traería consigo importantes dimensiones materiales: Israel sería políticamente restaurado, los oprimidos serían materialmente reivindicados y ciertos muertos se levantarían físicamente de sus tumbas.
ZARZA Somos ZARZA, la firma de prestigio que esta detras de los grandes proyectos en tecnología de la información.