PERMANEZCAMOS UNIDOS A CRISTO.

Después de algunos años de haber aceptado a Cristo Jesús en su corazón, algunos cristianos poco a poco van alejándose de su comunión con Dios. Los primeros síntomas de este alejamiento son: las asistencias esporádicas a los cultos, pérdida del hambre por la Palabra y pérdida del deseo de agradecer a Dios constantemente a través de la oración.

A pesar de su lejanía de la vida cristiana, erróneamente piensan que pueden seguir teniendo buenos frutos separados de su comunión con Dios, y así mantener su derecho de entrada al reino celestial. Para sacar de su error a aquellas personas que se han apartado del camino de la salvación, el apóstol Juan en su evangelio escribe estas palabras que Cristo Jesús pronunció en una de sus enseñanzas: “Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.” Juan 15:5 NTV.

A través de estas palabras, el Señor aclara que la única manera de llevar una vida buena y producir frutos que le agraden, es permaneciendo unido a Él, como una rama unida a la vid. Una rama de la vid tiene un solo y gran propósito en este mundo, el propósito de dar fruto. La rama de la vid no sirve para hacer muebles ni casas, ni siquiera es bueno para leña. Pero es bueno para dar fruto siempre que permanezca en la vid. Al igual que la rama de la vid, los cristianos tenemos un propósito definido que cumplir, el propósito de producir buenos frutos. Si anhelamos producir buenos frutos que le agraden a Dios, necesitamos mantener una estrecha comunión con Cristo Jesús, pues separados de Cristo a pesar de que hagamos miles de obras aparentemente buenas seremos indignos ante Dios.

Ver todos los episodios