NUNCA CAMINAMOS SOLOS.

Seguramente usted ha pasado algunas veces por callejones oscuros y silenciosos. Mientras pasaba por esos callejones, su adrenalina debió haber estado elevado, sus sentidos alertas para actuar en caso de algún peligro. David, el hijo de Isaí, para alimentar el rebaño de su padre con verdes pastos, todos los días debía cruzar valles y bosques profundos, silenciosos, llenos de animales salvajes. David en su trayecto por los valles obscuros, siempre caminaba confiado porqué sentía el cuidad y la protección de Dios. Y esto lo plasmo en Salmos 23:4. “Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan”. Aun cuando caminemos por los callejones más oscuros y llenos de peligros, podemos tener la misma certeza que tuvo David, nosotros nunca caminaremos solos por esos lugares, Dios estará ahí con nosotros hasta en los lugares más incognitos, listo para protegernos con su vara y su cayado.

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