Verdad: En el esfuerzo continuo de evangelización por el mundo entero, la Iglesia tiene la responsabilidad de “elegir” a las personas idóneas para realizar determinadas funciones de servicio a la comunidad. El candidato debe ser coherente, comprometido y lleno del Espíritu. No colérico, ni arrogante, ni violento ni deshonesto en sus negocios… Se trata, pues, de una persona integral, que ha sabido asumir la fe en Jesucristo y, por tanto, se dispone totalmente para el servicio de la comunidad, dejando de lado toda clase de intereses personales que lo alejen del amor de Dios Sin duda, el “testimonio de vida” es primordial en el anuncio y propagación del Evangelio. Así lo muestran las lecturas de hoy. Cierto es que somos pecadores y estamos expuestos a cometer errores, eso lo sabe bien Dios y nos perdona, nos llama a ser sus colaboradores; pero lo que no acepta es que lo provoquemos deliberadamente, generando escándalos y arrastrando con nuestra actitud a los demás, a los más sencillos en la fe, a pecar. ¡Eso es imperdonable! Debemos ser cuidadosos con nuestra conducta, nos dice Jesús, y nos invita a practicar las virtudes del perdón y la corrección fraterna con los hermanos, incluso con aquellos que nos ofenden, pidiendo en todo momento al Señor que nos “aumente la fe” para hacer de nuestra vida un “Evangelio viviente”, que lleve a los demás al amor de Dios.

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