Escuchar "Miercoles de la Vigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario, Año Impar. Lecturas Biblicas"
Síntesis del Episodio
• Col 3, 1-11. Habéis muerto con Cristo; en consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros.
• Sal 144. El Señor es bueno con todos.
• Lc 6, 20-26. Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!
Bienaventuranzas y maldiciones. Un programa de vida que hemos de elegir libremente. Las bienaventuranzas no son prometidas a los pobres porque sean pobres, y las maldiciones no conciernen a los ricos por ser ricos. Jesús elogia a los primeros porque viven en dos mundos a la vez: el presente y el escatológico, y amenaza a los segundos que sólo viven en un mundo: el que arrastra al que lleva una vida confortable.
Satisfecho de lo que posee, el rico no busca la profundidad de su ser y, por otra parte, nada le invita a hacerlo. Sobreviene un cambio, como el que nosotros vivimos, y los ricos son llevados con el mundo, exteriorizando a veces su miedo, su desesperación, su odio y su rencor.
El pobre solo posee su soledad, pero si la vive con gran generosidad y entrega, esto mismo le lleva a las profundidades de la fe, en donde percibe otro mundo. Solitario dentro de este orden, él es rico de la participación en este otro orden de cuyas victorias y cuya proximidad él ya participa. Él es el revelador de este más allá que llega a través de suertes y desgracias, éxitos y fracasos, victorias y traiciones.
Con la venida de Cristo se dan virtualmente todos los bienes, puesto que en Él halla finalmente la bienaventuranza su realización; y por Él se dará el Espíritu Santo, suma de todos los bienes. Solo el que haya puesto a Cristo en el centro de su fe, puede oír sus bienaventuranzas y evitar sus maldiciones. Nos importa seguir decididamente a Cristo con toda generosidad, con gran amor y entrega total.
• Sal 144. El Señor es bueno con todos.
• Lc 6, 20-26. Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!
Bienaventuranzas y maldiciones. Un programa de vida que hemos de elegir libremente. Las bienaventuranzas no son prometidas a los pobres porque sean pobres, y las maldiciones no conciernen a los ricos por ser ricos. Jesús elogia a los primeros porque viven en dos mundos a la vez: el presente y el escatológico, y amenaza a los segundos que sólo viven en un mundo: el que arrastra al que lleva una vida confortable.
Satisfecho de lo que posee, el rico no busca la profundidad de su ser y, por otra parte, nada le invita a hacerlo. Sobreviene un cambio, como el que nosotros vivimos, y los ricos son llevados con el mundo, exteriorizando a veces su miedo, su desesperación, su odio y su rencor.
El pobre solo posee su soledad, pero si la vive con gran generosidad y entrega, esto mismo le lleva a las profundidades de la fe, en donde percibe otro mundo. Solitario dentro de este orden, él es rico de la participación en este otro orden de cuyas victorias y cuya proximidad él ya participa. Él es el revelador de este más allá que llega a través de suertes y desgracias, éxitos y fracasos, victorias y traiciones.
Con la venida de Cristo se dan virtualmente todos los bienes, puesto que en Él halla finalmente la bienaventuranza su realización; y por Él se dará el Espíritu Santo, suma de todos los bienes. Solo el que haya puesto a Cristo en el centro de su fe, puede oír sus bienaventuranzas y evitar sus maldiciones. Nos importa seguir decididamente a Cristo con toda generosidad, con gran amor y entrega total.
ZARZA Somos ZARZA, la firma de prestigio que esta detras de los grandes proyectos en tecnología de la información.