Escuchar "Jueves de la Decimocuarta Semana del Tiempo Ordinario, Año Impar. Lecturas Biblicas"
Síntesis del Episodio
• Gn 44, 18-21, 23b-29; 45, 1-5. Para salvación me envió Dios a Egipto.
• Sal 104. Recordad las maravillas que hizo el Señor.
• Mt 10, 7-15. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
Lo que habéis recibido gratis dadlo gratis. Jesús da a los Doce sus consignas en orden a la misión de Galilea. Deberán reproducir la actividad de su Maestro: proclamar la proximidad del Reino de Dios y manifestar su presencia por medio de milagros.
Cristo no se contenta con entregar a sus enviados un mensaje que les encarga transmitir; desea que su estilo de vida sea la reproducción viva de la palabra proclamada.
Las modalidades de este estilo de vida no dependen totalmente de una decisión privada de los evangelizadores y catequistas. Cristo tiene sus exigencias y la Iglesia, por Él fundada, también. Por eso no debe extrañarnos que la competente jerarquía de la Iglesia indique los modos y los medios para toda clase de evangelización. Esto cambia con los tiempos y los espacios. No todo es bueno para todos.
Con respecto al último versículo sobre el castigo de los que no reciben o rechazan la Buena Nueva, comenta San Agustín:
" Hay dos lugares de moradas: una en el fuego eterno y otra en el reino también eterno. Mi opinión es que dentro del fuego eterno, los tormentos serán distintos; pero todos estarán allí para ser atormentados, aunque unos más y otros menos, pues en el día del juicio será más tolerable la suerte de Sodoma que la de alguna otra ciudad (Mt 10, 15) " (Sermón 161, 4).
Al rechazar a los apóstoles del Evangelio que llaman a las puertas de una ciudad o una casa en aquella hora de la misión de los mismos, cuando ya los milagros de Cristo los habían acreditado como legados de Dios (Jn 3, 2), no se les podía rechazar impunemente. Esto era cerrar los ojos a la luz mesiánica. Y en este sentido, la culpa de éstos era superior a la aberración moral, pagana, de Sodoma y Gomorra. Santo Tomás de Aquino lo justifica así:
" Pecan más los que oyen y no practican que los que nunca oyeron " (Coment. in Mt).
De ahí la gran responsabilidad de los que rechazan la predicación evangélica y de los que no acomodan su conducta a ella.
• Sal 104. Recordad las maravillas que hizo el Señor.
• Mt 10, 7-15. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
Lo que habéis recibido gratis dadlo gratis. Jesús da a los Doce sus consignas en orden a la misión de Galilea. Deberán reproducir la actividad de su Maestro: proclamar la proximidad del Reino de Dios y manifestar su presencia por medio de milagros.
Cristo no se contenta con entregar a sus enviados un mensaje que les encarga transmitir; desea que su estilo de vida sea la reproducción viva de la palabra proclamada.
Las modalidades de este estilo de vida no dependen totalmente de una decisión privada de los evangelizadores y catequistas. Cristo tiene sus exigencias y la Iglesia, por Él fundada, también. Por eso no debe extrañarnos que la competente jerarquía de la Iglesia indique los modos y los medios para toda clase de evangelización. Esto cambia con los tiempos y los espacios. No todo es bueno para todos.
Con respecto al último versículo sobre el castigo de los que no reciben o rechazan la Buena Nueva, comenta San Agustín:
" Hay dos lugares de moradas: una en el fuego eterno y otra en el reino también eterno. Mi opinión es que dentro del fuego eterno, los tormentos serán distintos; pero todos estarán allí para ser atormentados, aunque unos más y otros menos, pues en el día del juicio será más tolerable la suerte de Sodoma que la de alguna otra ciudad (Mt 10, 15) " (Sermón 161, 4).
Al rechazar a los apóstoles del Evangelio que llaman a las puertas de una ciudad o una casa en aquella hora de la misión de los mismos, cuando ya los milagros de Cristo los habían acreditado como legados de Dios (Jn 3, 2), no se les podía rechazar impunemente. Esto era cerrar los ojos a la luz mesiánica. Y en este sentido, la culpa de éstos era superior a la aberración moral, pagana, de Sodoma y Gomorra. Santo Tomás de Aquino lo justifica así:
" Pecan más los que oyen y no practican que los que nunca oyeron " (Coment. in Mt).
De ahí la gran responsabilidad de los que rechazan la predicación evangélica y de los que no acomodan su conducta a ella.
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