Gran parte de nuestro dolor mental se basa en el miedo a eventos imaginarios que simplemente nunca sucederán.
Este miedo a menudo está debajo de la superficie, carcomiéndonos.
Al exagerar el miedo, podemos sacarlo a la luz.
Hacemos esto haciendo una pregunta:
¿Cuál es el peor de los casos?
Tomemos el caso de Sandra, una recepcionista de 28 años.
Ella se encuentra molesta porque un asistente de estacionamiento le cobró de más ese mismo día, y luego se negó a reembolsar el dinero.
Horas más tarde, “sigue” obsesionada con este pequeño evento y decide erradicar el pensamiento problemático.
Sandra es lo suficientemente consciente de sí misma como para saber que tiene problemas para gastar dinero; y en primer lugar, no había querido aparcar en el garaje.
Gastar dinero, especialmente dinero innecesario, le causa ansiedad.
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