Escuchar "TERAPIA FENOMENOLÓGICA - TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE. Por: Iraima Martínez"
Síntesis del Episodio
ENFOQUE TERAPIA FENOMENOLÓGICA. La fenomenología es el método utilizado por la psicoterapia existencial y las corrientes humanistas.
La fenomenología parte de la consideración de que lo que llamamos realidad es lo que experimentamos, que está vinculado con nuestro proceso mental en general, y, en particular, con nuestros procesos de construcción de significado de la realidad y como lo experimentamos..
La terapia centrada en el cliente fue desarrollada en las décadas de 1940 y 1950 por Carl Rogers psicólogo norteamericano (1902 – 1987) del siglo XX..
Se define como un enfoque fenomenológico humanista que se ocupa de las formas en que las personas se perciben a sí mismas conscientemente en lugar de cómo un terapeuta puede interpretar sus pensamientos o ideas inconscientes. La TCC busca responder a la incongruencia, de una persona busca de ayuda psicológica. La palabra "Cliente" pretende enfatizar un matiz semántico distinto a "paciente", ya que un cliente permanece con la responsabilidad y libertad sobre el proceso terapéutico como un agente activo, en contraposición de "paciente", como indica éste término en su sentido literal ("ser paciente con el problema").
Es sinónimo de psicoterapia no directiva que parte de un punto de vista optimista sobre la naturaleza humana, las personas son capaces de autorealizarse, conocen mejor que cualquier otro lo que precisan o lo que puede ser bueno para ellas. Según Rogers, el cliente es el que lleva el peso de la terapia (auto-directividad) y no el terapeuta. (Tendencia actualizante, autorrealización)
Sin embargo, el terapeuta tiene que ofrecer al cliente una relación que se define por tres condiciones necesarias y suficientes para lograr el éxito de la misma. Las tres primeras características o condiciones son Empatía, Aceptación positiva incondicional y Autenticidad o Congruencia.
Todo el proceso de la psicoterapia puede traducirse como la actitud del psicoterapeuta en una profunda creencia de respeto y aceptación del cliente y de sus propias capacidades para el cambio: de este modo, todo lo que se hace en la psicoterapia (si entendemos esta como una escuela o enfoque, de la que surgen técnicas o estrategias) es la instrumentalización de esa actitud. Desde el uso del silencio a la empatía, vienen a trasmitir este mensaje implícito.
La psicoterapia debe tener como finalidad conseguir las condiciones psicológicas para que se produzca un cambio constructivo en la personalidad. El psicoterapeuta debe aprender a ayudar a la persona a descubrirse a sí misma y no asumir la actitud del experto e imponer su teoría y sus soluciones, dictaminando al paciente cuál debe ser su comportamiento.
Para Rogers la psicopatología se deriva de la incongruencia entre la experiencia del organismo (“yo organísmico) y el autoconcepto, o sentido de la identidad; así, los síntomas aparecen cuando la conducta y las emociones no son coherentes con la idea que tiene la persona de ella misma. En consecuencia la terapia debe focalizarse en que el cliente alcance dicha congruencia. Cuando lo haga podrá desarrollarse plenamente, mostrándose abierto a las experiencias del presente y sintiendo confianza en su propio organismo.
La fenomenología parte de la consideración de que lo que llamamos realidad es lo que experimentamos, que está vinculado con nuestro proceso mental en general, y, en particular, con nuestros procesos de construcción de significado de la realidad y como lo experimentamos..
La terapia centrada en el cliente fue desarrollada en las décadas de 1940 y 1950 por Carl Rogers psicólogo norteamericano (1902 – 1987) del siglo XX..
Se define como un enfoque fenomenológico humanista que se ocupa de las formas en que las personas se perciben a sí mismas conscientemente en lugar de cómo un terapeuta puede interpretar sus pensamientos o ideas inconscientes. La TCC busca responder a la incongruencia, de una persona busca de ayuda psicológica. La palabra "Cliente" pretende enfatizar un matiz semántico distinto a "paciente", ya que un cliente permanece con la responsabilidad y libertad sobre el proceso terapéutico como un agente activo, en contraposición de "paciente", como indica éste término en su sentido literal ("ser paciente con el problema").
Es sinónimo de psicoterapia no directiva que parte de un punto de vista optimista sobre la naturaleza humana, las personas son capaces de autorealizarse, conocen mejor que cualquier otro lo que precisan o lo que puede ser bueno para ellas. Según Rogers, el cliente es el que lleva el peso de la terapia (auto-directividad) y no el terapeuta. (Tendencia actualizante, autorrealización)
Sin embargo, el terapeuta tiene que ofrecer al cliente una relación que se define por tres condiciones necesarias y suficientes para lograr el éxito de la misma. Las tres primeras características o condiciones son Empatía, Aceptación positiva incondicional y Autenticidad o Congruencia.
Todo el proceso de la psicoterapia puede traducirse como la actitud del psicoterapeuta en una profunda creencia de respeto y aceptación del cliente y de sus propias capacidades para el cambio: de este modo, todo lo que se hace en la psicoterapia (si entendemos esta como una escuela o enfoque, de la que surgen técnicas o estrategias) es la instrumentalización de esa actitud. Desde el uso del silencio a la empatía, vienen a trasmitir este mensaje implícito.
La psicoterapia debe tener como finalidad conseguir las condiciones psicológicas para que se produzca un cambio constructivo en la personalidad. El psicoterapeuta debe aprender a ayudar a la persona a descubrirse a sí misma y no asumir la actitud del experto e imponer su teoría y sus soluciones, dictaminando al paciente cuál debe ser su comportamiento.
Para Rogers la psicopatología se deriva de la incongruencia entre la experiencia del organismo (“yo organísmico) y el autoconcepto, o sentido de la identidad; así, los síntomas aparecen cuando la conducta y las emociones no son coherentes con la idea que tiene la persona de ella misma. En consecuencia la terapia debe focalizarse en que el cliente alcance dicha congruencia. Cuando lo haga podrá desarrollarse plenamente, mostrándose abierto a las experiencias del presente y sintiendo confianza en su propio organismo.
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