Afirmar que el mundo en el que vivimos, nos movemos y existimos está en graves dificultades es quedarse corto. La oscuridad que el Maligno siembra va en aumento.
La ceguera espiritual reina por doquier. Excepto por algunos lugares luminosos y espirituales diseminados por nuestro planeta, gracias a la compasiva generosidad de la Virgen María, madre de Jesús, que sirven de santuario para nuestra iluminación y descanso espiritual.
Sin embargo, casi ninguna institución, salvo aquellas fundadas por hombres y mujeres santos de todas las religiones que trabajan en actividades compasivas y caritativas, y muy pocas naciones, emiten ya la luz del espíritu de Dios a través de sus actividades. Un triste espectáculo.
Afortunadamente, la luz espiritual y su verdad divina permanecen en este mundo a través de la palabra de Dios en las Sagradas Escrituras y en el Espíritu Santo, en los corazones de los seguidores de Jesús que viven con la gracia santificante.
Si ves una pequeña luz que se enciende y se apaga rítmicamente, estás viendo el corazón de un auténtico seguidor de Jesús. Allí hay un ayudante de ciegos disponible para ti; por favor, escúchalo. Así, podrás encender el Espíritu Santo en tu corazón.
Esto requiere tu propia expiación al abrazar la cruz de Jesús. Nadie puede hacerlo por ti, porque tu salvación es una empresa individual, y este mundo no tiene nada que ver con esta búsqueda, pues es un entorno sin espiritualidad ni alma.
Si no has tomado conciencia de esta realidad espiritual, la oscuridad se apoderará de tu vida y tu alma estará en gran peligro.

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