El privilegio de ser un estudiante cubano cobrará vida en quienes con alegría se incorporarán a las aulas del venidero 2 de septiembre, prestos a recibir la educación gratuita que garantiza la Revolución cubana.
Oleadas de niños se ingresarán a las aulas, unos iniciando una nueva etapa en sus vidas y otros dándole continuidad en otro nuevo curso con la satisfacción de estar asistiendo al proceso revolucionario más genuino y justo de la historia cubana: la total garantía de recibir la educación, teniendo con ella las posibilidades para transformar el futuro convertidos en hombres y mujeres de bien.
Distingue a los estudiantes cubanos que ocuparán su puesto en las aulas el próximo lunes la humildad y modestia, el reto de sobreponerse a las carencias materiales que dificultan el buen desarrollo del proceso docente educativo. Se hacen especiales al enfrentar obstáculos tan objetivos como los continuos apagones, aun así garantizarán sus deberes y entregarán sus trabajos a tiempo.
Se crecerán cada mañana al levantarse y partir sonrientes a sus escuelas, con una merienda restringida pero felices de hacer historia. Intercambiarán con sus maestros, también cargados de problemas, jugarán en los recreos, crearán nuevos lazos afectivos, nuevas amistades.
Para otros un nuevo curso en nuestro país tal vez signifique un problema, para los estudiantes una puerta abierta que deja entrar la luz del conocimiento.

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