En el corazón de un país herido por recortes presupuestarios que asfixian la salud pública, la diputada nacional (mc) del Frente de Izquierda Vilma Ripoll —militante incansable con décadas de lucha sindical y legislativa— protagonizó un momento de cruda emoción que conmovió al Congreso y las redes: su llanto desconsolado frente al auto que se llevaba al presidente Javier Milei tras un acto oficial, un desborde de frustración ante los recortes en el Hospital Garrahan, el pediátrico más emblemático de Argentina, que deja quirófanos sin insumos y familias en la intemperie. "Milei no se preocupa por el Garrahan porque no tiene hijos, tiene perros", soltó Ripoll en una nota imperdible: No es un reproche personal, sino un grito de auxilio por un sistema sanitario al borde del colapso, donde la oposición acusa al gobierno libertario de priorizar subsidios a corporaciones sobre la vida de los más vulnerables, convocando a una marea de solidaridad que podría escalar a paros masivos en diciembre si no hay reversión inmediata.

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