Contemplaciones de un mártir antes de su muerte“Morir por este mundo o morir por Cristo, ¿qué camino debo tomar? ¿Debo morir por algo que se desvanecerá y morirá? ¿O debo morir por alguien que es Rey de un reino que no se desvanecerá ni desaparecerá? ¿Debo amar porque lo siento, y cuando se haya ido, no amaré más, o debo amar porque es el deber de todo cristiano amar? ¿Debo aceptar este destino y morir por Aquel que murió por mí, o debo negarlo y vivir un tiempo breve aunque me pierda para siempre en el infierno con cadenas y un gusano? ¿Debo tomar esta prisión en la que aunque encadenado soy libre como una paloma que vuela hacia los cielos cuando rezo a aquel a quien puedo amar más que a todos, o con una palabra seré libre por fuera pero estaré preso por dentro? si no me arrepiento, y estoy esperando y pensando en el juicio venidero del cual no habrá escapatoria?Voy a decidir ahora, oh, amo a Cristo. Amo Su Gracia, Sus leyes y Su pueblo. Déjame ser. Caigo al suelo con una patada del guardia. Veo el suelo. Escucho el disparo. Veo la sangre. Me despierto y veo a Él, a quien he estado esperando. Él tiene Sus brazos abiertos y me abraza y me besa, y dice: “Hijo, he estado esperando tanto tiempo”.Veo al Hijo de Dios danzando de alegría. yo Escucho los gritos de los Ángeles diciendo: “Él está aquí, él está aquí”. Oigo aplausos y alabanzas de los santos que dicen: “Nuestro hermano está aquí”. Veo a los que me han precedido, tanto viejos como jóvenes. Veo la adoración de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Escucho música, que no se puede comparar con ningún otro lugar excepto aquí. No siento dolor. No siento lágrimas. Veo las vestiduras blancas como la nieve. Veo las coronas de oro.No siento vergüenza. Veo las marcas de las manos del Hijo y lo escucho decir: “Valió la pena cada gota. Pronto vendré a juzgar a los que están en la tierra pero ahora celebremos; mi elegido ha llegado por fin.

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