Un artista comienza a pintar y aplica el color negro. El pincel responde por qué negro, por qué pena, por qué el dolor sobre lo que parece un lienzo blanco. El artista responde al pincel déjame pintar sin quejarte lo que no entiendas lo entenderás con el tiempo cuando la obra maestra esté terminada. El artista comienza a aplicar el color rojo en el lienzo. Ahora el lienzo se queja de que no me gusta este color me recuerda a la sangre. El artista responde que cuando todos los colores estén juntos, verás un gran diseño. El artista comienza a aplicar el color gris. Y comienza a agarrar los otros colores en un momento en que el trabajo se ve terrible y los que pasan caminando comienzan a mirar la pintura y comienzan a criticar antes de que la pintura esté terminada. El artista les dice que no he terminado, que el trabajo no está terminado. Se aplica un azul claro en la pintura. Y ahora lo que parece ser una terrible oscuridad de colores aleatorios comienza a tomar un diseño que deja a todos boquiabiertos y asombrados por la obra de arte que muchos pensaron que no era más que vergüenza. Si uno mirara esta obra de arte antes de que haya terminado, también podría criticar y decir que este artista no tiene idea de lo que está pintando, lo pone todo mal. La imagen está mal sin saber lo que pretendía ser. Pero uno no ve la imagen que está en la mente del artista, hasta que su pintura está completa. Y así también Dios está haciendo una pintura, una obra de arte maravillosa, que con el tiempo veremos que cada toque de color estaba en su lugar correcto. Cada lágrima por la que pasamos, cada corazón de dolor, está trabajando para un gran diseño asombroso. Un cuadro tan increíble que si uno pudiera pintar no se acercaría a lo que Dios ha pintado con los colores de Nuestras vidas.

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