El árbol navideño es un recordatorio del árbol de la vida plantado en el centro del Edén (Génesis 2:9) y que reaparece al final de las escrituras “en medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7) en la Nueva Jerusalén con “doce frutos” (Apocalipsis 22:2). Aunque nuestra sociedad desacralizada ha intentado eliminar todo contenido simbólico del árbol navideño y de las fiestas solsticiales, tratando de transformarlas en una celebración aséptica y carente de contenido, el símbolo arcaico del árbol de la vida sigue allí, con sus hojas siempre verdes transmitiéndonos la esperanza de un nuevo amanecer.

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