Escuchar "1987. Algo que cambiará en nuestra forma de ver la vida"
Síntesis del Episodio
Hoy hablamos de:
- El viaje desde el éxito material al bienestar
- El verdadero salto: de la satisfacción a la plenitud
- La sorpresa de nuestra época: ya no envidiamos los símbolos clásicos del éxito
- Cuando el bienestar ya no es suficiente
- La plenitud es humana, no material
Música:
1. soundcloud.com/nhamer-garcia/hamer-metamorphosis
2. Valkiria. Nhamer García. https://www.youtube.com/watch?v=IwSu1nKgAo
Si quieres invitarme a algo, puedes hacerlo aquí:
1. https://www.ivoox.com/support/36379
2. Paypal: [email protected]
3. Transferencia a nombre de Álvaro Gómez Contreras en la cuenta:
ES98 1491 0001 2930 0007 5447
Si quieres contactarme puedes hacerlo en : [email protected]
Transcripción:
La nueva prosperidad: de tener cosas a sentir plenitud
Muy buenos días a todos. Hoy quiero compartir con vosotros una reflexión que me vino a la cabeza al releer un artículo que guardé hace un tiempo, publicado en El País. Hablaba de algo que llevo observando —y diciendo— desde hace años: está llegando una nueva forma de entender la prosperidad. Y no, ya no tiene tanto que ver con el coche más grande del barrio ni con el despacho con vistas, sino con algo mucho más sencillo y, a la vez, más profundo: sentirse bien.
Del éxito material al bienestar
Durante mucho tiempo hemos asociado el éxito a lo material. Tener más, acumular más, enseñar más. Sin embargo, según el artículo —y lo que yo mismo veo a mi alrededor—, algo está cambiando. Cada vez más personas están dejando de perseguir cosas para empezar a perseguir sensaciones. Quieren sentirse bien, experimentar satisfacción real, vivir con cierta calma interior.
Y sí, este cambio es positivo. Es una evolución. Pero también creo que es apenas un primer paso.
Porque, aunque parezca un salto enorme pasar del “tengo” al “me siento bien”, en realidad seguimos moviéndonos dentro del bienestar hedónico: experiencias, viajes, gastronomía, actividades “para disfrutar”, todo aquello que, aunque sea agradable, sigue siendo material en cierto modo. Cambiamos el coche por experiencias, pero el mecanismo interno es el mismo.
El verdadero salto: de la satisfacción a la plenitud
Lo interesante es que este movimiento hacia el bienestar abre la puerta a un nivel más profundo: la plenitud.
Primero buscamos sentirnos mejor que antes. Luego buscamos satisfacción. Y, con el tiempo, si seguimos explorando, llegamos a preguntarnos: ¿y todo esto… para qué? ¿Qué sentido tiene?
Ese es el punto en el que muchos descubren que la vida no se llena solo con estímulos agradables. Porque por más que viajes, comas bien o vivas experiencias “de ensueño”, siempre llega un momento en el que aparece una pequeña voz preguntando: “¿Por qué, si tengo tanto, siento tan poco?”
Y es ahí donde empieza la verdadera transformación.
La sorpresa de nuestra época: ya no envidiamos los símbolos clásicos del éxito
Una de las cosas que más me llamó la atención del artículo es que, según una encuesta realizada en España, el 44% de los jóvenes de entre 25 y 34 años ya no envidian el yate ni el despacho. Envidian a quien vive relajado, disfrutando de la vida. Incluso, y esto me fascina, ya está mal visto presumir de lo que uno tiene.
Y es que la prioridad está cambiando: menos consumo, más tiempo de calidad.
Este cambio cultural, aunque todavía incompleto, apunta en la dirección correcta.
Cuando el bienestar ya no es suficiente
Lo curioso es que, pese a vivir en un nivel de bienestar material más alto que generaciones anteriores, pareciera que no lo valoramos. Y quizá eso también sea parte del proceso: descubrir que el bienestar, por sí solo, no basta.
Porque el bienestar hedónico —placer, experiencias, sensaciones agradables— es agradable, por supuesto… pero termina cansando. O, mejor dicho, no llena. No resuelve ese vacío existencial que todos, antes o después, sentimos.
Al final entendemos algo que parece obvio, pero que cuesta años descubrir:
si tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas —comer, vivir dignamente, estar a salvo—, la plenitud ya no depende del dinero ni del estatus. Depende de desde dónde decidimos vivir internamente.
La gran evidencia: la plenitud es humana, no material
Cuando uno se da cuenta de esto, la vida cambia. Lo he vivido yo y lo han dicho sabios y sabias de todas las culturas. La plenitud no está reservada para el que triunfa según los parámetros sociales; es una capacidad humana universal.
Pero esa plenitud solo aparece cuando nos hartamos —literalmente nos hartamos— de vivir en niveles bajos: de perseguir cosas, de compararnos, de depender del reconocimiento externo. Y entonces decidimos dar el salto y vivir desde una dimensión más alta, más humana, más verdadera.
Ese es el punto en el que la vida se experimenta de verdad.
Gracias por estar ahí, como siempre.
Nos leemos mañana.
- El viaje desde el éxito material al bienestar
- El verdadero salto: de la satisfacción a la plenitud
- La sorpresa de nuestra época: ya no envidiamos los símbolos clásicos del éxito
- Cuando el bienestar ya no es suficiente
- La plenitud es humana, no material
Música:
1. soundcloud.com/nhamer-garcia/hamer-metamorphosis
2. Valkiria. Nhamer García. https://www.youtube.com/watch?v=IwSu1nKgAo
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La nueva prosperidad: de tener cosas a sentir plenitud
Muy buenos días a todos. Hoy quiero compartir con vosotros una reflexión que me vino a la cabeza al releer un artículo que guardé hace un tiempo, publicado en El País. Hablaba de algo que llevo observando —y diciendo— desde hace años: está llegando una nueva forma de entender la prosperidad. Y no, ya no tiene tanto que ver con el coche más grande del barrio ni con el despacho con vistas, sino con algo mucho más sencillo y, a la vez, más profundo: sentirse bien.
Del éxito material al bienestar
Durante mucho tiempo hemos asociado el éxito a lo material. Tener más, acumular más, enseñar más. Sin embargo, según el artículo —y lo que yo mismo veo a mi alrededor—, algo está cambiando. Cada vez más personas están dejando de perseguir cosas para empezar a perseguir sensaciones. Quieren sentirse bien, experimentar satisfacción real, vivir con cierta calma interior.
Y sí, este cambio es positivo. Es una evolución. Pero también creo que es apenas un primer paso.
Porque, aunque parezca un salto enorme pasar del “tengo” al “me siento bien”, en realidad seguimos moviéndonos dentro del bienestar hedónico: experiencias, viajes, gastronomía, actividades “para disfrutar”, todo aquello que, aunque sea agradable, sigue siendo material en cierto modo. Cambiamos el coche por experiencias, pero el mecanismo interno es el mismo.
El verdadero salto: de la satisfacción a la plenitud
Lo interesante es que este movimiento hacia el bienestar abre la puerta a un nivel más profundo: la plenitud.
Primero buscamos sentirnos mejor que antes. Luego buscamos satisfacción. Y, con el tiempo, si seguimos explorando, llegamos a preguntarnos: ¿y todo esto… para qué? ¿Qué sentido tiene?
Ese es el punto en el que muchos descubren que la vida no se llena solo con estímulos agradables. Porque por más que viajes, comas bien o vivas experiencias “de ensueño”, siempre llega un momento en el que aparece una pequeña voz preguntando: “¿Por qué, si tengo tanto, siento tan poco?”
Y es ahí donde empieza la verdadera transformación.
La sorpresa de nuestra época: ya no envidiamos los símbolos clásicos del éxito
Una de las cosas que más me llamó la atención del artículo es que, según una encuesta realizada en España, el 44% de los jóvenes de entre 25 y 34 años ya no envidian el yate ni el despacho. Envidian a quien vive relajado, disfrutando de la vida. Incluso, y esto me fascina, ya está mal visto presumir de lo que uno tiene.
Y es que la prioridad está cambiando: menos consumo, más tiempo de calidad.
Este cambio cultural, aunque todavía incompleto, apunta en la dirección correcta.
Cuando el bienestar ya no es suficiente
Lo curioso es que, pese a vivir en un nivel de bienestar material más alto que generaciones anteriores, pareciera que no lo valoramos. Y quizá eso también sea parte del proceso: descubrir que el bienestar, por sí solo, no basta.
Porque el bienestar hedónico —placer, experiencias, sensaciones agradables— es agradable, por supuesto… pero termina cansando. O, mejor dicho, no llena. No resuelve ese vacío existencial que todos, antes o después, sentimos.
Al final entendemos algo que parece obvio, pero que cuesta años descubrir:
si tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas —comer, vivir dignamente, estar a salvo—, la plenitud ya no depende del dinero ni del estatus. Depende de desde dónde decidimos vivir internamente.
La gran evidencia: la plenitud es humana, no material
Cuando uno se da cuenta de esto, la vida cambia. Lo he vivido yo y lo han dicho sabios y sabias de todas las culturas. La plenitud no está reservada para el que triunfa según los parámetros sociales; es una capacidad humana universal.
Pero esa plenitud solo aparece cuando nos hartamos —literalmente nos hartamos— de vivir en niveles bajos: de perseguir cosas, de compararnos, de depender del reconocimiento externo. Y entonces decidimos dar el salto y vivir desde una dimensión más alta, más humana, más verdadera.
Ese es el punto en el que la vida se experimenta de verdad.
Gracias por estar ahí, como siempre.
Nos leemos mañana.
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