29 de octubrePalabras finalesPastor Jon Enter Sólo dos personas no han experimentado la muerte y están disfrutando físicamente del cielo. Sólo dos. Enoc, que caminó con Dios hasta el cielo (Génesis 5:24), y Elías, que pasó de la muerte a la gloria en un torbellino (2 Reyes 2:11). A menos que los cielos se abran y veas a Jesús descendiendo con todas las huestes celestiales con él, es muy probable que experimentes la muerte.            Puede ser un pensamiento aterrador. La muerte. Tan definitiva. Tan ineludible. Muchos cristianos temen a la muerte misma y luego se sienten culpables. Se preguntan: «¿Tengo una fe tan débil que honestamente le temo a la muerte?».             Ten paz; puedes temer a la muerte y aun así tener una fe fuerte. No hay nada malo en temer el posible dolor y el proceso de la muerte. Es natural. Es humano. Estamos construidos con un miedo natural a la muerte para evitar que hagamos cosas tontas e imprudentes que nos maten. Pero si no temes lo que sucede eternamente después de la muerte, tienes una fe confiada. Al final, tu alma hablará con la misma audacia que tu querido Salvador: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»(Lucas 23:46).            La fe habla mientras pasamos nuestros últimos minutos en la tierra. El escritor Heinrich Heine proclamó: «Dios me perdonará. Es su profesión». El pastor John Newton, autor del famoso himno «Sublime Gracia», declaró con fe: «Estoy en la tierra de los moribundos, y pronto iré a la tierra de los vivos». La fe habla.            ¿Cuáles quieres que sean tus últimas palabras de fe? Oración Señor, confieso que muchas veces he pecado con mi boca. Muchos de esos pecados reflejaban mi fe débil. Sin embargo, aún así me perdonaste y limpiaste por los méritos de tu Hijo. Concédeme ser afirmado y fortalecido en la verdadera fe de tal manera que en mi último día mis palabras den testimonio de lo que hiciste por nosotros para otorgarnos la salvación gratuita, por Jesucristo, tu Hijo. Amén.

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